Yo tenía tan solo 15 años cuando me enteré que estaba embarazada, en ese momento sentí que mi vida se había acabado, pensé que no iba a poder seguir estudiando, que de ahí en adelante, solo me esperaban cosas malas, no sabía qué hacer, qué decisión tomar, uno de mis miedos más grandes era enfrentar a mi mamá y contarle lo que estaba pasando. 

Busqué ayuda en mis amigas, quienes evidentemente no tenían consejos para mi, pues no tenían experiencia sobre el tema, y al único adulto que me atreví a contarle, me dió un pésimo consejo.  Oculté mi embarazo, sentía que realmente odiaba lo que me estaba pasando, pasé muchas noches con miedo de lo que dijeran los demás, de que me juzgaran y me recriminaran.  

Sin saber qué hacer, tomé la decisión de abortar, pero la vida tenía otros planes para mí, y tan pronto tomé esa decisión, mi embarazo salió a la luz.  Fueron momentos de mucho dolor, mi mamá reaccionó de la peor manera y sentía que había defraudado a los que estaban a mi alrededor, sentía mucha culpa, y constantemente le decía a Dios que me merecía todo lo malo que me pudiera dar, porque yo creía que había cometido el peor crimen del mundo.